saga de novelas de ciencia ficción

Siendo hijos de un catedrático, durante las vacaciones escolares no podíamos salir a jugar si antes no realizábamos algún deber académico: como resolver ejercicios de los cuadernos del curso anterior que hubieran quedado sin solución; y también algún deber doméstico: como desempolvar los libros de algún estante. Fue así como aprendí mecanografía. Utilizo sólo nueve dedos, pues nunca conseguí dominar la regla de accionar la barra de espacio con el pulgar de la mano opuesta a la mano que había accionado la última letra. Acciono la barra espaciadora siempre con el pulgar derecho. Es por esta habilidad aprendida durante las vacaciones entre cursos de la escuela que me desagradan los nuevos dispositivos electrónicos. Escribir con un solo dedo me trastorna el proceso entero de la escritura.

 

Unos días después de la experiencia en Ciudad Victoria Tamaulipas, esperando que el fenómeno de la voz en mi cabeza con autonomía completa se repitiera y estando sentado frente a mi computadora, me percaté que cuando las manos descansan sobre el teclado se ocultan la mayoría de las letras. Sin embargo, sobre la mano izquierda queda visible para el ojo izquierdo la palabra QWERT. Me convencí a mí mismo que ese era el vocablo que escuché aquella noche en el hotel.

 

El ojo izquierdo envía las imágenes percibidas al hemisferio derecho y es en este hemisferio donde ocurre la mayor actividad cuando nuestro cerebro se concentra en tareas creativas; o al menos eso es lo que afirman los neurólogos y al menos eso es lo que ocurre, según las estadísticas, en la mayoría de las personas de este planeta.

 

Fue así como un nuevo amigo imaginario llegó al grupo. Cada vez que requiero la presencia de la inspiración, sea para atender asuntos literarios, problemas técnicos o incluso encrucijadas de la vida diaria, inicio una conversación con Qwert. A él lo considero el puente con la creatividad en mi cabeza. Por supuesto que no puedo afirmar que esta técnica consiga estimular la inventiva del cerebro, pero me divierto fingiendo que soy capaz de activar los centros del hemisferio derecho.