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Próxima publicación de las novelas

Aprendí a hablar a edad tardía. Mis primeras palabras surgieron hasta los tres años o al menos eso es lo que asegura mi madre. La etapa del balbuceo aún no termina. Mi cabeza se enreda con las ideas, con las palabras y con los gestos y ademanes que serían convenientes utilizar. Pienso tanto lo que debo decir que acabo no diciendo cosa alguna. Las emociones, mías y también las percibidas, las alternativas de frases y expresiones, las posibilidades de argumentos pertinentes, las previsiones de posibles réplicas, las evocaciones de situaciones similares, las suspicacias detectadas y las imaginadas, las bromas divergentes, las ilógicas observaciones dilatorias se agolpan en mi cabeza cuando recibo una invitación a hablar. Los tamaños de los nudos en mi garganta y en mi cerebro son proporcionales al número de expectantes oyentes que aguardan mi respuesta. Así que, como el hombre ciego de mis relatos anteriores, prefiero permanecer callado e inmutable a las expresiones de desilusión e impaciencia que mis interlocutores manifiestan.

 

Psicólogos y confesores basan sus profesiones en la necesidad natural que tenemos las personas de ser escuchadas. En mi caso, que no consigo la fluidez que ameritan mis ocurrencias, quedo obligado a satisfacer mi inquietud de alcanzar la comprensión de algún ser empático poniéndolas en papel.

 

La saga está a punto de ser publicada, en pocas semanas los interesados podrán contar con una copia. Considero mi trabajo “un bien immatériel” y por ello pretendía que los lectores pudieran compartirlo libremente. Sin embargo, los comentarios y opiniones de varios allegados me han hecho desistir de esta intención y, tras concienzudas cavilaciones al respecto, decidí asignarles valor comercial y asociarme con un distribuidor de libros digitales en internet. Las premisas de aquellos que influyeron más en esta resolución son las siguientes: “El libro que se recibe regalado jamás se lee”, “Los bienes que se obtienen gratuitamente no son apreciados”, “Si tú no valoras tu trabajo, mucho menos lo hará quien lo adquiere”, “En la mente de los compradores, fuertemente arraigada, existe la idea de que lo gratuito y lo barato no son buenos y lo caro lo es sin dudarlo”. Buscando mediar ambas posiciones, la mía original y la ganada tras estas conversaciones, decidí asignar precio a las novelas aunque sea tan sólo simbólico. Considero que la tarea de descargar e instalar el programa de lectura será suficiente valor agregado para que los verdaderamente interesados arraiguen su deseo por leer las obras. Así que los libros estarán disponibles a través de Amazon y sus canales de distribución. El programa Kindle de lectura, que se requerirá utilizar, cuenta con versiones para smartphones, computadoras y tablets. La imagen de la derecha contiene la liga de la página de descarga.

 

No pretendo con mis escritos transformarme en persona famosa ni popular. (“Líbreme Dios de cometer semejante sacrilegio”, escuché alguna vez decir a mi padre.) Los famosos son asediados por las multitudes y por los medios para que hagan públicos sus pareceres; yo, tan sólo balbucearía. Es por ello que buscaré ocultar mi nombre tras un “nom de plume” (léase el relato de Seudónimo). Tampoco es mi propósito convertirme en personaje acaudalado. Ellos terminan siendo, solamente, guardianes de sus haberes. Lo único que espero al publicar estas novelas es ser leído y cuánto más leído mejor.

 

A pesar de que las novelas constituyen una saga no es preciso disfrutarlas en secuencia. Sus historias son independientes aunque ligadas sutilmente. Por ello considero que pueden ser leídas en cualquier orden e incluso para aquellas personas que poseen o desarrollan habilidades de memoria eidética creo que pueden leerse alternativamente dentro de un mismo lapso. Yo recomiendo los órdenes 1234 o 2134, y también 3124, e incluso, 3214. Me habría gustado recomendar 3142, pues esa secuencia me recuerda al número pi, pero juzgo que la novela 4 debe ser, en cualquier caso, la última. He agregado al final de cada una de ellas un glosario de términos técnicos, pues algunos de mis lectores primerizos me hicieron notar que tales, abundan en el texto.

 

Glosario

 

Memoria eidética, es la mostrada por ciertos individuos capaces de recordar todos los detalles con sólo un vistazo de una situación o la lectura de un texto; popularmente conocida como memoria fotográfica.

 

Programa de lectura Amazon Kindle.

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