top of page

Fuerza exégira - parte 1

En la serie de televisión de Doctor House, el protagonista afirma en diferentes situaciones y capítulos que las personas siempre mentimos. Sin llegar a tal extremo, aprendí de mi padre que las afirmaciones que las personas externamos no son necesariamente ciertas, así sean estas emitidas por alguien como Albert Einstein e incluso si el tema del que se habla es un asunto científico. Las aseveraciones están influenciadas por emociones, circunstancias, condiciones del entorno, necesidades del momento, intereses no declarados, exageraciones intencionales, percepciones incompletas o apreciaciones incorrectas de los hechos y también, por supuesto, por olvidos involuntarios y por imprecisiones de los recuerdos. Por tanto, si una persona afirma algo, es necesario, antes de comenzar la evaluación lógica de la tal proposición, tener en cuenta el entorno, los eventos previos, las condiciones en las que fue enunciada, las influencias psicológicas experimentadas por quien la enuncia y los factores emocionales involucrados. El principio de dudo-de-todo-pero-al-dudar-estoy-pensando-y-si-pienso-existo de René Descartes viene muy a propósito para no caer en falsas conjeturas por creer a-priori todo lo que se escucha o se lee.

 

Mencioné, en el relato de El vicio de leer, que otra de las preguntas que me acosaron por años fue: ¿por qué las galaxias espirales conservan su forma? Cuando un cuerpo de menor masa gira alrededor de otro mucho más grande, por cuestión de la fuerza atractiva de gravedad, lo hace a una velocidad determinada por la distancia que los separa. Si tal velocidad fuera menor, el cuerpo describiría una espiral cayendo hacia el cuerpo más masivo o dibujaría una órbita elíptica con el cuerpo mayor en uno de sus focos. Si por el contrario la velocidad fuera superior que la mencionada primero, el cuerpo menos masivo escaparía de la atracción gravitatoria del cuerpo más grande o se movería a una órbita más cercana. Es por estos principios de la física que Plutón realiza un giro en su órbita en 248 años mientras la Tierra lo hace en tan solo uno. Si sobrepusiéramos este comportamiento de un sistema planetario a una galaxia, obtendríamos que las estrellas más cercanas al centro completarían revoluciones en mucho menor tiempo que las estrellas en la periferia estirando los brazos que observamos de la espiral hasta desvanecerlos por completo en tan sólo unos pocos giros. Sin embargo, como la astronomía ha mostrado, las galaxias espirales han conservado sus brazos por miles de millones de años. Algo está faltando. Algo debe estar arrastrando a las estrellas en formación, de tal manera que los brazos se conserven dando vueltas al centro de las galaxias. La ciencia ha desplegado una serie de satélites entre ellos el XMM-Newton y el Chandra-x-ray-observatory para varias investigaciones; incluida la búsqueda de agujeros negros invisibles, y distribuidos homogéneamente en órbita alrededor del centro de nuestra galaxia, capaces de arrastrar en caravana ordenada al resto de los cuerpos visibles. Este esfuerzo científico pretende congeniar la discrepancia descrita de la conservación de los brazos con la ecuación de la ley universal de la gravitación de Isaac Newton, pues ésta ha proveído excelentes resultados a la astronáutica y a la astrofísica.

 

Pero, Â¿y si no fueran agujeros negros los preservadores de los brazos espirales en las galaxias? Tendría que ser entonces un algo que provocara que la fuerza de gravedad creciera con la distancia en lugar de decrecer con el cuadrado de la separación entre los cuerpos según el enunciado original de Newton. De esa forma la velocidad de las estrellas más alejadas sería entonces mayor, permitiéndoles mantener el paso de las estrellas más cercanas al centro. Un componente de la fuerza de gravedad, aunque de acción repulsiva en lugar de atrayente que aplicara sólo a los cuerpos masivos con giros sobre su propio eje de grandísima velocidad angular podría explicar esto. Una fuerza universal totalmente nueva también lo lograría. Cuando me realicé esta propuesta en el silencio de mis reflexiones, mi amigo imaginario Isaac Newton brincó encolerizado. Su personalidad vanidosa, ventajosa y revanchista se hizo patente. ¿Cómo era posible que me atreviera a desafiar una de las columnas más sólidas de la mecánica clásica con una afirmación totalmente carente de bases científicas?

 

―No te sulfures,― contesté, ―es sólo una propuesta para una novela de ciencia ficción.

 

Los escritores de novelas y no de ciencia gozamos del privilegio de emitir declaraciones sin encontrarnos obligados por ello a demostrar su validez mediante fórmulas matemáticas o experimentos comprobatorios. Así que, protegido por la enseñanza de mi padre, me atrevo a declarar que ese algo faltante en las galaxias espirales no es otra cosa que una fuerza nueva que me he permitido bautizar como exégira.

 

La filosofía de House, todos mienten por William Irwin y Henry Jacoby publicado por Selector.

Galaxia espiral M51 mostrando dos largos brazos en su inconfundible figura helicoidal.

Ley de la gravitación universal de Isaac Newton. La fuerza es inversamente proporcional al cuadrado de la distancia entre los cuerpos.

bottom of page