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Fuerza exégira - conclusión

 

Suponer que los cuerpos celestes, como las estrellas neutrónicas y los agujeros negros, presentan un movimiento de precesión, no es una conjetura descabellada. Después de todo, nuestro planeta posee un movimiento de esta índole cabeceando como lo hacen los trompos. La Tierra varía la inclinación de su eje de rotación entre 23 y 27 grados en un ciclo que tiene una duración que ronda los 25 mil y tantos años. Concluyamos entonces este asunto de la propuesta fuerza exégira.

 

Mencioné que dos planos se intersecan en una línea recta. Por lo menos sucede así en una geometría euclidiana. Entonces en el caso del plano de una galaxia alrededor de un agujero negro y el plano donde se manifestaría la fuerza exégira, esta línea pasaría por el centro de la galaxia, por la posición exacta donde se localiza la singularidad espacio-temporal. Primero imaginemos la línea de la fuerza exégira inmóvil. Las estrellas no girarían dibujando órbitas circulares como ocurre con los planetas en un sistema planetario. Por causa de la fuerza de repulsión presente en tal línea, ellas dibujarían una trayectoria parecida a un 6 y un 9 sobrepuestos. Por supuesto, esta órbita, que llamo “estándar” y qué muestra la figura de la derecha, en la realidad, sería modificada por el avance de la línea exégira y, en cada caso particular, por la acción gravitacional del vecindario y no sería tan definida como aparece en la figura. Mostraría, en cambio, vértices suaves y alejamientos del centro en rutas no completamente radiales en las dos discontinuidades de la trayectoria circular. Sin embargo, en aras de simplificar la explicación siguiente dejaré el 69 como se muestra. Esta órbita estándar es la misma que deduzco describe la sonda Ulises en su travesía a la deriva. En el caso de Ulises, las discontinuidades entre los medios círculos ocurrirían en exactamente el plano de la eclíptica, explicando así, las imprecisiones observadas en las mediciones que se realizaron con su sistema GRB.

 

Ahora imprimamos movimiento a nuestra línea recta de intersección de los planos de acuerdo con la precesión del agujero negro. La línea giraría recorriendo el plano galáctico como un faro marítimo que cuenta con dos haces luminosos en sentidos opuestos. No debe confundirse el giro del agujero negro sobre su propio eje a muy grande velocidad con el giro de precesión del agujero a velocidad mucho menor, pues ellos son diferentes movimientos del mismo cuerpo. Debemos suponer, ahora, que la velocidad angular de este segundo movimiento giratorio se encuentra en el rango en que las estrellas circulan alrededor del plano de la galaxia; presentaría entonces un período de unos cien millones de años. Suposición que tampoco resulta descabellada, pues la velocidad de traslación de las estrellas tuvo que ser acuñada por el agujero negro. Si tal conjetura resultara acertada, entonces ocurriría una división concéntrica del fenómeno. Existirían dos zonas claramente diferenciadas en el plano galáctico (figura de la derecha). La frontera de estas zonas estaría determinada por el círculo donde la velocidad angular de un astro hipotético de masa equivalente al promedio de las estrellas en la galaxia fuera igual a la velocidad angular del giro de precesión del agujero negro (circulo en rojo). Dentro del círculo interior se encontrarían las estrellas que girarían más rápidamente que la precesión del agujero negro. Dentro del área comprendida entre el círculo exterior (frontera externa de la galaxia, circulo en azul en la figura) y el círculo interior quedarían contenidas las estrellas que girarían a velocidad inferior que la precesión.

 

Analicemos, primero, lo que ocurriría en la zona exterior. Imaginemos a las estrellas moviéndose lentamente en el plano de la galaxia. Se moverían en una órbita circular o, quizás, en una espiral muy amplia cayendo hacia el agujero negro. Cuando estas estrellas fueran alcanzadas por la línea de la fuerza exégira serían expulsadas hacia el exterior de la galaxia, volviendo luego a caer hacia el agujero una vez que la línea hubiese pasado. Cada barrida de la línea repetiría el proceso como la paleta de una batidora que empuja el contenido hacia la orilla permitiendo luego que la mezcla vuelva a ocupar el hueco dejado en el centro del tazón. La atracción propia entre los cuerpos celestes crearían conglomerados de astros que se conservarían, por cientos de miles de años. Tales aglomeraciones de estrellas y polvo se estirarían alejadas del centro en la presencia de la línea exégira y acercándose en su ausencia por causa de la fuerza de gravedad. Las aglomeraciones estiradas mecidas por ambas fuerzas se moverían en vaivén como la espuma de las olas en la orilla del mar. Los brazos no serían permanentes sino que aparecerían y desaparecerían en unas pocas centenas de millones de años. Una estrella formaría parte constitutiva de un brazo, pero los jalones y empujones constantes la moverían paulatinamente para pertenecer después a otro. Así las galaxias mostrarían brazos conformándose, los que llamo recientes, brazos completamente formados, los que llamo maduros, y brazos en decadencia, los que llamo vetustos. Los brazos nacerían y serían visibles tan pronto el polvo cósmico se condensara en gigantes esferas y éstas se incendiaran convirtiéndose en hermosos astros refulgentes; es decir tan pronto naciera la galaxia. Los brazos permanecerían formándose y desapareciendo mientras la singularidad en el centro de la galaxia conservara su giro de precesión, o sea, muchísimos miles de millones de años. El patrón que los brazos dibujarían me recuerda el efecto aliasing, donde las ruedas de un vehículo parecen rotar en el sentido inverso al que realmente rotan, pues los brazos se forjarían en el sentido contrario al giro de precesión del agujero central. Véase la figura de la derecha. Esta explicación concuerda con las mediciones sobre el movimiento de algunas aglomeraciones de estrellas realizadas con un esterogoniómetro por el astrónomo español Josep Comas i Sola en la galaxia M51 en la constelación de los Lebreles. No concuerda, sin embargo, con el experimento del agua en la sartén, donde moviendo el puño de la mano se hace girar el líquido. Se obtienen de esta forma figuras similares a los brazos de una galaxia. El puño representaría la fuerza exégira. Aunque en tal ensayo el agua empujada forma brazos en el sentido contrario al esperado. Esto se debe a la poca viscosidad que presenta el agua. Para obtener el sentido correcto de los brazos, es necesario realizar el experimento de la batidora y la masa de pastel. En este, la mucha viscosidad de la mezcla impide que la paleta empuje el contenido tan aprisa como la velocidad de su giro, dejándola detrás. De la misma manera como sucedería en una galaxia donde la fuerza exégira no empujaría a las estrellas a girar más de prisa, sino únicamente las expelería alejándolas del centro.

 

Analicemos, ahora, lo que ocurriría en el círculo interior. Por su cercanía los cuerpos en esta zona experimentarían fuerzas más intensas. Las estrellas aquí cruzarían, en cada revolución propia, dos veces la línea de la fuerza exégira en una órbita estándar. Por causa de la mayor velocidad angular de las estrellas, este doble cruce ocurriría, en repetidas ocasiones por cada revolución de la línea dependiendo su número, de la distancia de cada astro al centro de la galaxia. Tantas interacciones exégiro-gravitacionales aunadas a las propias atracciones entre los astros, representaría un proceso muy violento que con mucha frecuencia arrojaría a las estrellas hacia órbitas fuera del plano de la galaxia. Se crearían, así, órbitas en ángulos diferentes como ocurrió con la sonda Ulises en su precisa maniobra asistida por la gravedad del planeta Júpiter. Constantemente arrancados de sus órbitas hacia nuevas trayectorias estándares en ángulos diferentes con el plano de la galaxia, los astros dentro del círculo interior construirían una figura geométrica parecida a una esfera no hueca alrededor del agujero negro. Esta esfera constituiría lo que observamos como, y los astrónomos han dado en llamar, bulbo de las galaxias espirales.

 

Si la fuerza exégira existe, entonces la materia oscura que la ciencia busca con tanto ahínco estaría focalizada en los agujeros negros en el corazón de las galaxias espirales. Ellos serían diez a cien veces más masivos que lo estimado hasta ahora. Y entonces podría enunciarse en términos mucho menos complicados una teoría unificada del campo como la que Einstein buscó por tantos años. Pero basta de especulaciones cuasi-científicas. Ya no pondré en cuentos lo que mis ocurrencias han elucubrado para explicar las espirales barradas, ni por qué considero que los agujeros negros en el corazón de las espirales se formaron antes de arribar a las nubes de polvo que crearon a las galaxias, ni tampoco por qué omití analizar un caso donde las estrellas girasen en sentido contrario a la precesión del agujero. Dejo esto para los escritores de ciencia ficción que vienen detrás de mí. Yo vencí por primera vez a mi padre, jugando al ajedrez, cuando tenía 19 años. El siguiente autor me venció a mí cuando tenía 14.

 

Diagrama de las mediciones de Josep Comas i Sola en la galaxia M51.

Galaxia espiral catalogada como M101 y también como NGC5457 es conocida popularmente como el Molinete. Se encuentra en la constelación de la Osa Mayor.

Bulbo de la Vía Láctea es visible en el hemisferio norte en los meses de junio a octubre mirando hacia la constelación de Sagitario. 

Secuencia de Hubble. Nótense las galaxias elípticas y las espirales con su división en normales y barradas.

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