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Fuerza exégira - adenda

 

De conversaciones sostenidas con mi hijo sobre el asunto de la fuerza exégira ha nacido este cuento adicional. Nos preguntamos, él y yo en esas ocasiones, si la fuerza exégira existía, entonces sus efectos tendrían que ser visibles en otras formas además de los brazos de las galaxias. "Seguramente que sí", fue siempre la respuesta y el asunto volvía a ser archivado en el cajón de los temas-por-ahondar. Recientemente, mirando fotografías del bulbo de la Vía Láctea descubrí un rasguño que llamó mi atención. El accidente puede verse en las siguientes fotografías. 

El deseo de encontrar, en esa particularidad otra expresión de la existencia de la fuerza exégira, me hizo ver un vacío de astros, una calzada abierta como la senda dejada por una barredora de nieve. "Esta es la evidencia que buscábamos", me dije a mí mismo. Recopilé fotografías y realicé bocetos para construir una relación entre este detalle y el fenómeno. Compartí mi trabajo con Ramón en la primera oportunidad que tuve. Él, suspicaz, miró mis fotos, miró mis bosquejos, miró mi cara y luego expresó que ese rasgo no le parecía un vacío de estrellas como yo apreciaba, a él le sugería una nube de gas y polvo que ocultaba la luz de las estrellas detrás. Puede ser que Ramón esté en lo correcto, pero es innegable y él estuvo de acuerdo, que ya sea que se trate de un vacío de cuerpos celestes o de una nube de polvo y gas, es un rasguño con una geometría demasiado peculiar. 

Suponer sobre suposiciones es algo que disgusta a la mayoría de los científicos, pero que deleita a los escritores de ciencia ficción. Así que supongamos sobre suposiciones. Supongamos que la fuerza exégira existe y que tiene un período de alrededor de cien millones de años. Entonces ocurriría, cada cincuenta millones de años o lapso semejante, en cada coincidencia de la línea exégira con nuestra ubicación en la galaxia, que el sol y todo su cortejo serían empujados alejándonos del centro. El distanciamiento no representaría, para nuestra especie, ninguna amenaza. Nuestro aparato de supervivencia (el planeta Tierra) y su batería de alimentación (la estrella sol) permanecerían unidos. Sin embargo, el proceso sería como el golpe que recibe un balón de voleibol cuando un jugador intenta una clavada. Envolviendo a nuestra estrella, a una distancia de un año luz, ha conjeturado la ciencia, existe una esfera de objetos transneptunianos origen de los cometas de largo período. Lo llaman: la nube de Oort. Esta esfera se deformaría, al recibir el impacto de la fuerza exégira, lo mismo que el balón al recibir el manotazo. Más tarde, volvería la nube, por su “elasticidad”, a recobrar su forma; aunque millones de los objetos que la conforman serían perturbados en sus órbitas y miles resultarían arrojados en dirección de nuestro sol convirtiéndose en cometas. La mayoría de éstos, para nuestra fortuna, serían atrapados por las trampas naturales con que cuenta nuestro entorno sideral: los planetas jovianos. Esto mismo ocurrió al cometa Shoemaker-Levy en 1994. En el caso de los miles de cometas, alguno, después de unas cuantas o quizás muchas aproximaciones a nuestro astro, podría impactarse con la Tierra. Tal como pudiera haber ocurrido hace 65 millones de años con el otro extremo de la línea exégira que habría provocado un efecto similar en la extinción de los dinosaurios.

 

Me disgusta ser portavoz de malos augurios, pero si la fuerza exégira existe y si el rasguño que muestra el bulbo de nuestra galaxia es como sospecho su vestigio, entonces el acontecimiento descrito podría presentarse, de acuerdo con mis bocetos, en cualquier momento dentro de los próximos dos millones de años. Aunque pensándolo con mayor detenimiento, ¿no sería tal evento la mejor oportunidad para demostrar que la humanidad ha crecido emocional e intelectualmente y se encuentra lista para enfrentar calamidades de envergadura planetaria?

 

Glosario

 

Nube de Oort, nube hipotética con forma esférica y radio de casi un año luz compuesta por objetos astronómicos de hielo, metano y amoníaco.

Objetos transneptunianos, cuerpos del sistema solar con órbita que rebasa aquella del planeta Neptuno; entre éstos objetos se encuentran Plutón y los que conforman al cinturón de Kuiper y a la nube de Oort.

Planeta joviano, planeta gigante gaseoso; en nuestro sistema solar, pertenecen a esta clasificación Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno.

 

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