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Cuento de astronomía - parte 2

Orión enfunda sus flechas nuevamente y se apresta a continuar su búsqueda. Entretanto, muy cerca de ahí, más al norte, se desarrolla una escena familiar. La escena abarca un amplio arco en el cielo desde el oeste hasta el este. Andrómeda corre entusiasmada a los jardines de palacio. Su padre le ha regalado un Pegaso y arde en deseos por montarlo. Tres estrellas de categoría menor identifican a la constelación de Andrómeda; se trata de Alpheratz, Mirach y Alamak; aunque el objeto más interesante en esta formación es la galaxia del mismo nombre. Es un objeto como moneda inclinada que debería poder observarse a simple vista, pues su tamaño es varias veces mayor que una luna llena; mas la luz que irradia es tan débil que sólo puede detectarse en una noche excepcionalmente oscura con un cielo inusualmente claro. “¡¿Un pegaso?!” exclama espantada Casiopea la reina, madre de Andrómeda, y corre detrás de ella. Casiopea es una formación inconfundible de cinco estrellas principales parecida a una M o a una W, aunque seguramente a ninguna; sino, más bien, a la corona de la reina que ha caído en su prisa. Las estrellas se llaman en orden, empezando desde el segmento menos inclinado: Caph, Schedar, Cih, Ruchbab y Segin. El rey Cefeo trata de alcanzar a la reina para explicarle que un pegaso en el cielo es una cabalgadura perfectamente segura. La estrella principal de Cefeo se llama Alderamin y se encuentra casi alineada con las estrellas Caph y Schedar de Casiopea. Le siguen al rey sus mascotas de siempre: la Osa Menor y la Osa Mayor. La Osa Menor es fácilmente ubicable. El astro más brillante de esta constelación es la estrella Polar o Polaris. El eje de la tierra apunta casi exactamente a este astro; de manera tal que la estrella es siempre visible en nuestro hemisferio y su posición describe a lo largo del año un círculo de radio muy pequeño. Los navegantes la han utilizado por siglos para orientar sus timones. Si no se conoce la posición del norte, entonces debe trazarse una línea imaginaria desde Rigel en Orión pasando por Capella en Auriga hasta alcanzar Polaris. La distancia de Capella a la estrella del norte es una distancia igual, o casi igual, que la distancia que hay entre Capella y Rigel. Hacia el este de la Osa Menor se encuentra la Osa Mayor con su inconfundible forma de una gran cacerola delineada por siete estrellas; ellas son: Dubhe, Merak, Phekda, Megrez, Alioth, Mizar y Alkaid. Dubhe y Merak son de gran utilidad para ubicar el norte en caso de encontrarse uno extraviado, pues apuntan directamente a la estrella Polar. Pero no todo es completamente seguro como el rey pretende afirmar, desde hace mucho tiempo (tanto que Ptolomeo, baptizador de estas regiones en el cielo, ya no recuerda cuanto) dos leones merodean los jardines de palacio, pues las osas son presas tentadoras. Se trata de las constelaciones de Leo y su cachorro Leo Menor. Hacia el este de la Osa Mayor pueden verse claramente, en una noche despejada, ambos leones: primero el cachorro, más temerario y deseoso de sobresalir, y después el padre. Una estrella brillante luce el león mayor en su pecho; es la estrella Regulus. Si Orión se enterara de esta asechanza probablemente dirigiría sus pasos hacia los jardines de palacio; obtendría así, seguramente, su ansiada caza y prestaría al rey un servicio inusitado. 


Este cuento puede observarse en el cielo nocturno del hemisferio norte de nuestro planeta todos los inviernos, siempre que las nubes sean indulgentes, sólo es necesario esperar la hora correcta; pero no esperen ver que Orión tuerza su camino hacia los jardines del rey. Para ello tendrían que esperar muchos, muchísimos milenios; pero entonces, quizás, verían la escena, toda… desaparecer.

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