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Casualidades o milagros

“Los milagros no son contrarios a la naturaleza, son sólo contrarios a lo que sabemos acerca de la naturaleza.”
San Agustín, Obispo de Hipona y pensador católico, siglo V

 

Viajábamos en el tren rápido francés, TGV, rumbo a la ciudad de París. Por la ventana podíamos observar la bella y alineada campiña de aquel país europeo. Preparé la cámara y disparé buscando capturar lo que mis ojos veían. Otro veloz tren pasó en ese instante preciso junto a nosotros. Dos trenes pasando uno junto al otro a gran velocidad en el momento en que se dispara una cámara. “¿Cuál es la probabilidad de que tal ocurrencia se presente?” Me pregunté y miré la fotografía. Había atrapado en la imagen la nariz de la máquina, el inicio preciso de aquel bólido. Si hubiera sabido que el tren pasaría y me hubiera propuesto capturar precisamente la nariz seguramente no lo habría conseguido. La nariz estuvo visible por nuestra ventana tan sólo unos cuantos milisegundos. La probabilidad de tal evento sería por lo menos mil veces menor que la probabilidad de fotografiar al tren pasando junto a nosotros si se intentara sin conocer en qué momento pasaría.

 

Cuando acompaño a mi esposa al supermercado para la compra de la despensa semanal, solemos separarnos para buscar diferentes productos. Cuando, después, pretendo encontrar a Guadalupe en aquella no-tan-enorme tienda, acabo marcándole a su teléfono personal tras un par de recorridos por todo el local. Seguramente se debe tal cosa a algún defecto en mi método de búsqueda o quizás a que estoy predispuesto a no encontrarla sabiendo que cuento con el auxilio de los teléfonos. El caso es que, dada esta limitación mía y conociendo el cuento de la Aventura en Venecia, quisiera solicitar al lector ayuda para calcular la probabilidad de que yo lograra encontrar a Guadalupe en aquella ciudad italiana.

 

En el cuento “Se me subió el muerto” relaté que mi esposa y yo visitábamos un pueblo donde no habitaban mis padres. El automóvil de mi padre me rebasó y yo pude identificarlo. ¿Cuál es la probabilidad de tal evento? Si mi padre y yo nos hubiésemos puesto de acuerdo para coincidir en una hora precisa, en un mismo punto de un camino rural y hubiéramos sincronizado nuestros relojes, probablemente no lo habríamos conseguido con la precisión como ocurrió.

 

Mientras escribía El cazador de rayos y me encontraba redactando los capítulos 20 y 21, como correspondía según el plan de escaletas preparado atendiendo a las indicaciones de mi yerno, sucedió que padecí un evento cardiovascular. El lector podrá, si así lo desea, leer la novela de El cazador de rayos y también el cuento Bloqueo total en coronaria. Mozart solía posesionarse del espíritu que anima a cada una de las piezas musicales que compuso, a tal grado que se dice que su obra "Misa de Réquiem en D menor" provocó el deterioro de su salud hasta llevarlo a su muerte. Esto podría explicar mi infarto, aunque no me considero tan apasionado por mi trabajo como estimo que Mozart lo era. Creo que se debió tan sólo a otra coincidencia.

 

En la novela tercera, Cápsula de tiempo, he hecho participar a un volcán y lo hice estremecerse persistentemente para complicar la vida de mis personajes. En las escenas el volcán arroja intimidantes columnas de humo. Esto ocurrió un año antes de que la actividad del Popocatépetl se convirtiera en noticia. Otra coincidencia más puede proponer el lector.

 

Leí algunos libros escritos por Rudolf Steiner. Algunas de sus ideas me parecieron interesantes aunque otras carentes de fundamento científico. Llegamos, Guadalupe y yo, a la ciudad de Sao Paulo. Mi esposa siempre ha trabajado en voluntariados sociales o en la educación de jóvenes. Una de mis mayores preocupaciones a nuestro arribo fue: con qué actividades conseguiría yo mantener ocupada su mucha energía. La casualidad o algún milagro, el lector puede escoger la palabra que prefiera, hizo que mi esposa, por recomendación de una amiga, entrara en contacto con un grupo de voluntarias. Esas bellísimas personas brasileñas resultaron ser parte de la corriente steineriana. Me vi obligado a revisar mis opiniones sobre las ideas de Steiner.

 

Tras los sucesos que acabo de relatar, que son algunos de los que conservo en mi experiencia, me he propuesto a mí mismo: permanecer alerta en todo momento para detectar ocurrencias similares, sea que éstas se llamen casualidades o alcancen el nombre de milagros. Estoy convencido que tales ocurrencias están sucediendo alrededor nuestro en cada momento. Ellas son parte de nuestra vida cotidiana.

 

¿Será esta conexión entre una persona y otra y entre una persona y los eventos del entorno la interconexión espiritual que mencionan algunos autores de temas esotéricos, chamánicos y, con escrúpulo científico, los provenientes de cada vez más investigadores como neurólogos y psicólogos? Y si la respuesta a esta pregunta es afirmativa, ¿será, entonces, esta porción de cada uno de nosotros conectada a esa gigantesca red universal, para mí completamente inexplicable y nueva, lo que se menciona como alma?

 

San Agustín de Hipona.

Fotografié la nariz de otro tren pasando a gran velocidad.

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